Final arrollador

Veterans 4 - Catalonia 0

El conjunto de Iñigo finiquita el partido aplazado marcando dos goles más en los 35 minutos que faltaban por disputarse.

El mensaje de que debía evitarse la confianza del parcial de 2-0 caló hondo en el vestuario gracias a las sutiles insinuaciones del entrenador. El equipo afrontó la más de media hora de juego con seriedad desde el inicio y haciendo valer la superioridad numérica, ya que hay que recordar que el Catalonia perdió a un efectivo tras las protestas por el segundo gol en el partido que se suspendió por la lluvia. En esta ocasión los visitantes intentaron empujar pero fueron los Veterans quienes enseguida encontraron el camino a puerta. Pepe, el estilete bávaro, realizó una incursión sorpresiva desde la banda izquierda y Albert, la escopeta de Còrsega, le cedió una especie de pase (aún no se sabe si a propósito) para dejarlo solo ante el portero. En tal situación el de Sant Cugat resolvió con una vaselina que superó la salida del guardameta y que un defensa cataloniano no logró evitar que traspasara la línea de gol. Con el 3-0 de renta ya se podía respirar con tranquilidad, y era el momento en que iba a entrar en el mediocampo Edu, el Iniesta de los Veterans. El kaiser de Arizala impuso su ley tanto por alto como por bajo, y demostró su capacidad de remate en dos ocasiones ante la portería rival, ambas extrañamente desaprovechadas sin duda alguna por la irregularidad del terreno (!).

Pero iba a llegar el momento estelar del partido, aquel que pondría de pie a todos los espectadores que abarrotaban el Salt del Pi y que larga y pacientemente habían esperado durante mucho tiempo. En un corner botado por Amador un jugador se iba a destacar del resto. Un jugador que había llegado cuatro años atrás al campo de Esplugues. Un jugador que se había hecho un hueco en el equipo a base de trabajo constante y que había ido creciendo como futbolista. Un jugador que se había fundido en el núcleo de la plantilla. Un jugador que no había marcado nunca en partido oficial con los Veterans. Ese corner botado por Amador era la llave que iba a abrir la cerradura de su lista de goles con los cuatribarrados. David Manzano se alzó en un salto milimétrico y cabeceó con fuerza, con rabia, con orgullo, y el balón entró picado como un obús en la portería del Catalonia. Era una recompensa a David por sus ganas y por su compromiso con su equipo y su plantilla. Y era el 4-0 que ponía fin al encuentro y que confirmaba que el Salt del Pi es uno de los campos más difíciles de la Liga.